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Así afrontaba Ernst Hemingway el reto de la hoja en blanco. Y tú, ¿te atreves?

Barba blanca y mejillas sonrosadas por el alcohol, estos son los primeros rasgos que nos vienen a la mente cuando pensamos en Ernst Hemingway. Pero la verdad es que detrás de este icono se esconde una mente creativa con sus rutinas y manías.

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Al son del ritmo caribeño de la isla de Cuba, Ernst Hemingway escribía siguiendo la teoría del iceberg. La cual dice que: Hay nueve décimos del bloque de hielo bajo el agua por cada parte que se ve de él. Uno puede eliminar cualquier cosa que sepa y eso sólo fortalecerá el iceberg. Si un escritor omite algo, porque no lo sabe, habrá un agujero en su relato. El conocimiento de las historias que se omiten constituyen la parte sumergida del iceberg, pero no por ello no deben estar pensadas.

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Uno de sus biógrafos, Carlos Baker, dice que el escritor aprendió “cómo sacar el máximo provecho de lo menor, cómo podar el lenguaje y evitar movimiento residual, cómo multiplicar la intensidad y la forma de decirle nada más que la verdad de una manera que permite para contar más de la verdad”.

Y es que hay mil maneras de conseguir que un relato nos atrape precisamente por lo que no se dice.

Y lo más curioso de todo es que un iceberg es del mismo color que un papel vacío: saca al Hemingway que llevas dentro y atrévete Blank Paper Challenge.

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