Cuando la cosmética se viste de lujo

Aquí las tendencias apelan cada vez más a la sostenibilidad de los materiales, al mimo de los detalles, la versatilidad en el color y un nivel de calidad óptimo, acorde con estos artículos de alta gama. Lo confirma la propia evolución de los packaging en los que se presenta el producto.

En esta área, el papel ha seguido consolidándose como el rey de la pista a la hora de conquistar el mercado cosmético y de fragancias a base de innovar y atreverse a romper moldes. Su versatilidad combinada con calidad y resistencia le han llevado a ocupar los primeros puestos entre los packaging Premium.

No es para menos. Los atractivos diseños y cuidados materiales de estos envoltorios despiertan en el consumidor la sensación de que está ante un producto de alto nivel que logra diferenciarse de los demás. Es en ese momento cuando la cosmética se viste de lujo gracias a un packaging que se convierte, prácticamente, en una forma de arte y un reflejo de la personalidad y valores del producto.

Es el caso del envasado realizado para la firma francesa de cosmética Patyka, con un gusto especial por la estética y por la elegancia natural. Una presentación cuidada hasta el mínimo detalle a base de emplear el papel Sirio Pearl Ice White de Fedrigoni, que la hizo merecedora de recibir el Top Application Award.

La Colezzione Barbiere de Acqua di Parma, con su juego de packs realizados con Sirio Color Arancio; el juego en blanco y negro del papel –Materica Gesso– y la tipografía del packaging de Marie Stella Maris; o el set de perfumes, vaporizadores y velas de Etro Profumi apostando por la intensidad del color y la textura del Tintoretto Ceylon, son también una clara muestra de esta apuesta por la elegancia.

Sin olvidar la prestigiosa firma cosmética KIKO, que continúa escogiendo Fedrigoni para muchos de sus packaging, o el novedoso Robox, un packaging creado para Boss Box, recientemente premiado en los Fedrigoni Top Awards 2019 por su creativa forma de combinar los papeles Sirio Pearl y Cocktail y poner en nuestras manos un objeto que, además de contener un producto, nos recuerda que aquello que podemos tocar y manipular capta automáticamente nuestros sentidos y nos conecta con la infancia.