Es probable que a muchos les suene a algún tipo de terapia grupal antiestrés pero en el sector creativo y el mundo del diseño saben que la ‘risografía’ es una de las técnicas que, en los últimos años, se ha puesto el mundo por montera.
La tendencia hacia el ‘efecto imperfecto’ y una vuelta a los orígenes hace que apuesten por ella muchos proyectos creativos en los que la técnica tiene un eminente papel protagonista. Y no sólo por el acabado. El coste y la sostenibilidad también son sus factores de atracción. Pero ¿qué es exactamente esta original técnica que gana adeptos cada día?
Desde que en los años 50 se lanzara la primera tinta de emulsión japonesa, la Riso Ink, comenzaron a hacerse un hueco en el mercado las máquinas “duplicadoras”, similares al mimeógrafo, destinadas al uso en oficinas. La compañía japonesa Riso llamó Risograph a este dispositivo, a caballo entre la impresión mecánica y la digital, que permitía imprimir un gran número de copias (entre las 50 y las 10.000) como si se tratara de una fotocopiadora.
El proceso de impresión utiliza como principio la transferencia de tinta a través de un rodillo stencil. El original es escaneado por la máquina y se crea un «master» o plantilla hecha a una tinta (puede ser un dibujo a mano alzada o un diseño realizado por ordenador).
A partir de ahí se puede realizar impresiones en el color que se desee (los colores son planos y se tiran por separado) e ir superponiendo colores al gusto del consumidor. Eso permite conseguir colores especiales que no serían posibles con una impresión digital.
El efecto final resulta impactante, gracias a la fuerza del color, una textura genuina y a la perfecta imperfección de sus acabados. Un toque “hecho a mano” similar al que se obtiene con la serigrafía. De hecho los ‘desperfectos’ de cada copia -dado que la superficie de la tinta no siempre es homogénea y que durante el proceso de impresión con frecuencia se producen fallos de registro- confieren valor a cada una de ellas porque las hace diferentes entre sí a pesar de provenir de un mismo proyecto.
Pero no sólo el acabado es motivo de adicción a esta técnica. Su bajo coste, notablemente inferior a la serigrafía, y su respeto por el medio ambiente son otros de sus atractivos. Como los colores se transfieren al papel sin calor -el proceso se realiza en frío-, el ahorro de energía es notable. Su lado más ecológico viene dado por la composición de las tintas, con una base de aceite vegetal de soja, el empleo de placas de aluminio desechables y la ausencia de disolventes volátiles, fijadores químicos.
En los últimos años cada vez más diseñadores y artistas están redescubriendo esta romántica tecnología olvidada. Carteles, fanzines, postales y tarjetas son ya habituales de la risografía.
Son muchos los proyectos hechos con papeles Fedrigoni que documentan el resurgimiento de esta técnica, a pesar de que ésta no permite emplear cualquier tipo de papel (el tamaño deber ser A4 ó A3) ni gramaje (debe oscilar entre los 50 y los 210 gr). Los idóneos son los papeles offset y, dentro de ellos, Fedrigoni tiene una gama especialmente versátil: la nueva gama Arena, que permite una impresión óptima y se presenta en cuatro acabados y cuatro tonalidades diferentes.
Créditos
Diseño: Nuno Pinto da Cruz
Papeles empleados: Arcoprint White 120 g (actual Arena)
Diseño: André carrilho
Papeles empleados: Arcoprint Milk 120 g
Diseño: News de Paper View
Papeles empleados: Arcoprint Milk 120 g
Diseño: “Heads” de Elsa Poderosa
Papeles empleados: Arcoprint Milk 150 g
Diseño: Do the Print y Lentejas Press g
Mientras el año llega a su fin, en Fedrigoni queremos detenernos un momento para daros las gracias. Gracias por confiar en nosotros.
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